Cada día entre semana su propósito era levantarse para ir a estudiar, con la flojera habitual de madrugar, pero al mismo con un ánimo increíble de ver a sus amigos, recuerda que en las mañanas siempre “se le pegaban las cobijas” y por esto se retrasaba, generalmente llegaba corriendo al colegio. Su rutina era muy monótona, pero estaba tan acostumbrada a ella ya que de lunes a viernes estudiaba desde las 6.30 a.m. hasta las 4 p.m., es decir que pasaba la mayor parte del día en el colegio.
Las clases de la mañana eran las más pesadas, pero con el hecho de ver a sus amigos y profesores se recargaba de energía para completar la jornada escolar de la mejor manera, llegaba a la casa demasiado cansada, pero con entusiasmo para realizar tareas y trabajos. Trataba dormir temprano para levantarse al siguiente día con la mejor actitud.
Cuando su vida cotidiana se alteró, fue realmente duro para ella, fue un cambio drástico de la noche a la mañana. Al iniciar la cuarentena sus horarios se descontrolaron: se acostaba muy tarde y despertaba aún más tarde, se sentía triste y apagada, no tenía interés por ninguna actividad, incluso en ocasiones duraba todo el día acostada, sin bañarse, hablaba poco con la familia y amigos.
Pero ella logró transmutar, es decir que encontró en sí misma el poder de cambiar las cosas y organizarlas de tal manera que una situación que no era favorable para ella se trasformara y así sacarle provecho. Ella reorganizó su rutina: ahora se levanta de su cama, asiste a sus clases virtuales, realiza actividad física con sus primas, está en contacto con sus amigos por video-llamada y comparte un poco más con su familia en casa.
Quizás ella siente que perdió el privilegio de vivir su último año de colegio como “debería ser”, en otras palabras, ella considera que la cuarentena le arrebató bellos momentos con sus compañeros y profesores, así como posibilidad de un aprendizaje más profundo. Aunque no es su estilo salir frecuentemente, también perdió la opción de explorar en el exterior y ver a otros familiares o amigos. Afirma que claramente no todo es pérdida, ganó autonomía y está adquiriendo conocimientos diferentes.
Reflexiona que la vida se trata de adaptarse a los cambios y este es el ejemplo perfecto de un cambio, un cambio difícil, de esos que requieren esfuerzos. Para adaptarse su clave fue tratar de mantener la mente ocupada pero tranquila.
Se comparte esta historia a manera de motivación para que cada persona, pese a las situaciones adversas, mantenga encendida la luz interior que permite continuar el transcurso de la vida, de la forma más favorable posible. Si bien las condiciones y los contextos de cada ser humano y de cada familia son diferentes, es importante que cada quien apele a la esperanza a favor de su autocuidado y el cuidado de los suyos. Acompaña un Sueño se solidariza con sus comunidades de referencia, beneficiarios, donantes, amigos del Programa, pero especialmente con quienes en esta emergencia sanitaria han perdido sus empleos o puestos de trabajo, viendo desmejoradas sus condiciones de vida, también con aquellas familias que no cuentan con herramientas para la educación virtual o el teletrabajo.
Acompaña un Sueño también cambia y redirige sus acciones, enfocando el trabajo del equipo profesional en:
- Escuchar y orientar emocionalmente.
- Entregar auxilios para la compra de alimentos.
- Informar verazmente sobre aspectos básicos del virus, pautas de bioseguridad y las ayudas gubernamentales y las rutas de atención institucional.
- Realizar una campaña de recaudo de equipos de informática en buen estado para facilitar la educación virtual.
- Subsidiar la conexión a Internet de jóvenes en educación superior.
- Promover la educación virtual.