Ante el desempleo la ocupación informal es la solución inmediata de la mayoría de familias vulnerables en las grandes ciudades. Veamos cómo Marcela logró superar esta situación, desarrollar sus capacidades y ser el motor económico para su familia.
Marcela es una mujer de 36 años de edad, ella habita en un sector de la localidad de Ciudad Bolívar, madre de dos niñas: María Fernanda y Laura Stephania, esta última es la hija mayor y hace ocho años está vinculada al Programa Acompaña Un Sueño.
Un día, mientras la trabajadora social del Programa la visitaba, Marcela le contó acerca de su vida laboral y de sus retos.
Ella relató que alcanzó a culminar la educación secundaria a pesar de las limitaciones económicas durante la infancia y la adolescencia, pero no le fue fácil ocuparse en un empleo estable.
Empezó a los 16 años de edad a trabajar como vendedora en un almacén de cadena, así consiguió contribuir en casa para cubrir algunos gastos familiares y terminar sus estudios. Además, ayudaba a su hermano menor, pues la madre no les brindaba apoyo suficiente.
Posteriormente, al cumplir la mayoría de edad encontró una vacante en un almacén desempeñando la función de cajera donde laboró por cuatro años, en esa época ella conoció al padre de sus hijas y con él convive actualmente.
Con mayores responsabilidades familiares Marcela empezó la búsqueda de un nuevo empleo, por lo que logró ingresar como auxiliar en un Hogar Comunitario del ICBF, allí pudo trabajar durante un año.
Luego de varias gestiones obtuvo un trabajo como cajera en un reconocido banco de la ciudad, pero pronto dieron por terminado su contrato laboral ya que no cumplía con los requisitos académicos para este cargo; por lo que una vez más se vio sin ocupación y con una serie de gastos que su compañero no alcanzaba a cubrir con sus ingresos de empleado en un taller de ornamentación.
Para Marcela encontrarse desempleada es una gran dificultad, pues su compañero tampoco tiene un alto nivel educativo y por supuesto sus ingresos son bajos.
Finalmente, luego de un periodo sin ocupación, ella decide tocar puertas en los diferentes negocios del sector que habita, así llega a trabajar a una pequeña sastrería donde logra aprender en pocos días a manejar la máquina plana y a realizar arreglos en prendas de vestir.
Marcela encuentra en esta labor gusto y habilidad para la modistería, por lo que empieza a soñar con su propio negocio y poder mejorar las condiciones de vida de su familia.
Tras la visita de la profesional del Programa Acompaña un Sueño, ella manifiesta su deseo y recibe la asesoría para solicitar el apoyo económico que le permitirá obtener la principal herramienta de trabajo en un taller de confección: una máquina plana.
Luego de un par de semanas, Marcela recibe la noticia de que el Programa apoya su proyecto aportando una parte del costo, por lo que con empeño y en pocos días consigue la suma de dinero restante para la compra de la anhelada máquina con la que actualmente ella trabaja en su hogar.
Con una sonrisa ella comenta lo mucho que ha logrado aprender en poco tiempo, elabora corbatines, camisas y cada vez perfecciona más su trabajo, además planea estudiar confección el próximo año; hoy en sus ojos refleja la felicidad por haber encontrado esta opción de vida.
Luego de recibir el aporte, Marcela nos compartió la siguiente nota:
«La presente es para darles un agradecimiento cordial, ya que gracias a ustedes ahora tengo una base para trabajar desde mi casa y comenzar el proyecto de tener mi propio negocio a mediano plazo, así puedo seguir apoyando económicamente a mi familia .
Gracias por darme la oportunidad de tener mi propia máquina plana, por ayudarme y por creer en mí.
Sé que estoy capacitada para hacerlo y demostrarme que puedo llegar muy lejos.
Muchas gracias.
Atentamente, Lina Marcela.»